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El ejercicio digno de la medicina es una vocación que requiere un gran sacrificio personal durante los largos años de formación académica y, posteriormente, en la constante actualización durante el ejercicio profesional.
Sin embargo, a diferencia de otras carreras, los seis años que aproximadamente conlleva cursar las materias de la licenciatura en medicina (con el respectivo doctorado profesional), es apenas el primer paso de nuestra profesión, cuando nos graduamos como médicos generales.
Después del primer año de trabajo, llamado servicio social, los médicos debemos buscar la especialización; el área del saber que ejerceremos por el resto de nuestra vida. Esto sólo se puede lograr ingresando nuevamente a la universidad, en un programa que tarda -en algunas ocasiones- más años que la licenciatura misma, donde llevamos clases, atendemos pacientes y realizamos guardias como parte esencial de la formación de especialidad.
En nuestro país sólo una universidad, en convenio con la CCSS, imparte posgrados, siendo ya conocido entre estudiantes y profesionales que cada año se abren apenas decenas de cupos para miles de aplicantes.
Quienes no logran ingresar deben optar por postularse nuevamente en la siguiente convocatoria, buscar oportunidades en casas de enseñanza extranjeras o continuar en el digno y necesario ejercicio de la medicina general.
Sin embargo, lamentablemente, algunos colegas que no pudieron especializarse han tratado de suplir esa indispensable experiencia universitaria con cursos libres, de días o semanas, para luego publicitarse en términos que generan confusión, ya que permiten inferir que tienen un posgrado o especialidad.
Este es el caso de los autollamados “esteticistas”; médicos generales que se aventuran a realizar procedimientos propios de la cirugía plástica y reconstructiva, sin haber cursado los largos años de la especialidad.
Los peligros de estas “prácticas” son indiscutiblemente desproporcionados para el paciente, quien de buena fe consulta, confía y se somete en quirófanos con estos médicos que carecen de un posgrado universitario que garantice sus habilidades.
Las leyes que rigen la materia están desactualizadas, deben ser reformadas con urgencia, sin embargo por encima de las normas jurídicas está la adecuada formación de cada galeno, que tiene el imperativo moral de distinguir los alcances en su campo y las limitaciones para ejercer en una especialidad ajena, esto por respeto al mismísimo juramento hipocrático que cada uno de nosotros debe llevar escrito en piedra, en lo más profundo de nuestras convicciones.
Por más empeño que un respetable colega tenga respecto a una especialidad, no podrá ejercerla con éxito sin haberla cursado, ya que la naturaleza curricular y entrenamiento necesario del especialista implica transferir conocimientos y experiencias de profesores a alumnos, en el ámbito universitario, algo que no se puede sustituir con reuniones autodidactas entre entusiasmados profesionales.
Como especialista apoyo la apertura de posgrados en más universidades, la incorporación de colegas posgraduados en el extranjero y más oportunidades de superación para el gremio, pero no podemos observar en silencio el riesgoso camino elegido por apreciables doctores, que sin haberse especializado, están realizando procedimientos que no aprendieron en la universidad.
La ciencia y arte de la cirugía no está exenta de riesgos; por respeto a la vida, a nuestra sociedad, tranquilidad nacional e imagen internacional, debe ser ejercida por las personas debidamente preparadas.
Cirujano Plástico y Reconstructivo
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