He leído en FB el siguiente comentario de mi buen amigo y profesor en mi época de colegial, el licenciado Miguel Mendoza y comparto sus apreciaciones:
“Comienzo con una anécdota, quise cambiar mi carro y fui a la
agencia donde lo compré. Tiene su record de agencia y acaba de pasar la última
revisión que le toca de acuerdo al kilometraje, que es mínimo, y lo convierte
prácticamente en un carro nuevo. A pesar de los trámites engorrosos que tienen
les dí el depósito para iniciar el negocio, pero al final me desanimé,
perdí la motivación, me retiré del
negocio y les pedí el reembolso, para lo cual es obvio que tendré que pasar por otra serie de trámites.
También es obvio que si en algún momento decido hacer el
negocio, tal vez no lo haga con ellos. Aunque no ganaría nada con cambiar de
agencia porque el sistema nuestro como tal, padece del síndrome de la
tramitología y de hacer las cosas difíciles. Por eso se entraba el Congreso y
se les dificulta el diálogo con el ejecutivo.
En Costa Rica no nos gusta hacer cosas, sino hacer como que
hacemos y con eso nos quedamos contentos.
Entrando en materia digo que el sistema educativo, igual que
todos los sistemas de nuestro aparato estatal, tienen el síndrome del
entrabamiento. Los engranajes no funcionan, el sistema total se frena y el país
camina lento, aderezado con el aceite de la corrupción.
Es necesario entender que el gobierno actual y al que le
toque seguir, deben poner su prioridad en la educación. Nos aquejan muchos
males pero en la base está la educación.
Se debe invertir en forma seria en la educación pública. Esa
es la base de nuestra democracia. Cuando era niño, la mayoría estudiábamos en
escuelas públicas. Estábamos juntos, las diferentes clases sociales y el
magisterio estaba conformado por gente con verdadera vocación. No recuerdo que
nos suspendieran clases, por congresos, ni recuerdo huelgas.
Hay que invertir en plantas físicas para que cumplan con los
requisitos mínimos habitacionales, donde no se meta el agua y donde por lo
menos haya pupitres.
No creo mucho en que haya que pagarle a la gente para que
estudie. El estado debe servir la mesa del saber y que llegue y coma el que
quiera y el que pueda, pero servirla con buenos manjares y buenos anfitriones.
Hay que revisar el currículo de materias. El número de
materias que se estudia es tan grande, que parece suponer que todos los
costarricenses somos genios. No es que me oponga a una educación humanista pero
debemos centrarnos en asignaturas que a la vez que agilicen la mente equipen al
estudiante para competir en un mercado cada vez más exigente.
El inglés y la computación son dos materias que no debieran
faltar. La educación privada las tiene y en grado óptimo. Cuando hablo de esas
dos materias es para que realmente el estudiante las domine y no tenga un
simple barniz de ellas. Si no domina esas dos materias cualquier
profesional está frenado.
El sistema costarricense está ideado para que todos vayan a
la universidad y eso está mal. Ahora lo que sobran en el país son
universidades, las cuales además están enfocadas en ofrecer carreras que están
saturadas y están tirando al mercado laboral un montón de gente que estará
frustrada por no encontrar trabajo.
Los colegios técnicos profesionales son una buena opción que
puede ofrecer la educación pública. En ellos los estudiantes salen equipados
para comenzar a laborar, aún cuando no vayan a la universidad.
Las adecuaciones curriculares, son un tema que no termina de
convencerme. Sería más práctico dividir a los alumnos del mismo nivel en
secciones que van de acuerdo a sus capacidades. El grupo A , estaría conformado
por estudiantes que rinden en grado óptimo ya sea por sus cualidades innatas o
por su esfuerzo, el B por los que siguen y así sucesivamente. Esto permitiría
adecuar los contenidos y el grado de
profundidad de cada asignatura según la audiencia que conforma ese grupo y
facilitaría la acción del educador.
No somos iguales en capacidades y tener un sistema que actúa
como si lo fuera es ilógico. Con esta medida no se pretende hacer
discriminaciones ni ser antidemocráticos. Cuando un empleador entrevista y
contrata a sus empleados, no hace adecuaciones, simplemente contrata a los
mejores. Se debe dar oportunidad sin exclusión, que opte por estudiar todo el
que quiera, que haya vías de acceso al plantel para los discapacitados, pero el
que entra y quiere permanecer en el sistema tiene que rendir y el estado debe
dar la oportunidad para que el que no pueda pagar la educación privada no se
vea excluido de participar en la competencia laborar, simplemente porque no
tiene dinero. Quedarán excluidos los mediocres que no quieran estudiar o
quienes no puedan hacerlo porque no tienen las capacidades pero esto último se
puede subsanar si el estado ofrece alternativas para que la gente se forme en
áreas que también se necesitan para el buen funcionamiento de la sociedad,
aunque no sea una formación académica universitaria.
Quien solo puede preparar y servir hamburguesas no se tiene
que sentir mal, porque todo trabajo honrado dignifica a la persona. Pero que
aprenda a hacerlo en grado óptimo y que se desenvuelva como verdadero
profesional en su ámbito. Profesional no es solo quien tiene un título
académico de nivel universitario sino todo aquel que ejecuta su labor de manera
óptima y de manera ética.
Hasta aquí esta primera entrega, seguiremos ahondando en el
tema.”
San Joaquín de Flores, Heredia. 19/09/11