He tenido en mi corta vida tres amigos a los que se les puede considerar absolutamente jetones. Chavalos con cualidades intelectuales, don de gente y oportunidades que eligieron la ruta de la irrealidad. En este post me refiero al último...
A este compa simplemente le retiré la amistad por jetón. No había tema en el que pudiera aguantarse las ganas de inventar una historia formidable: sobre su vida familiar, experiencia profesional y anécdotas... todo le hacía crecer la nariz.
Cuando lo traté las primeras veces sentí que había situaciones que no calzaban, pero de buena gente pensé que mi detallismo tendía a la paranoia, por lo que me hice de la vista gorda, pero al final tuve que confrontar y el mae lo que hizo fue inventar más, más y más. Fue toda un homenaje a la inspiración creativa.
Hace un par de días estuve recordando las desgracias heredades de esa amistad. Reflexioné en las inconsistencias en la línea de tiempo del chavalo. Noté que las fechas en que dice que estaba estudiando no calzaban con las fechas en que según él estaba breteando en diferentes países. Su curricullum dejó de ser veraz y todo se entregó al espacio de lo increíble. Se me ocurrió poner su nombre en la página del Registro Civil y encontré que mintió hasta con la edad, por lo que ahora le faltan años para poder articular su biografía.
Todos hemos mentido alguna vez, pero lo gacho es la gente cuyo manejo de la realidad tiene mérito para atención profesional. Mienten de todo y sobre todo, requiriendo un esfuerzo adicional para recordar qué dijeron de cuál tema.
Debe ser duro no aceptarse a sí mismo al punto de articular una novela personal con lugares, eventos y relaciones ficticias para tratar de sentirse interesante para el prójimo. Sin embargo quien esto hace solo cava una fosa donde terminará cayendo porque al mentiroso la vida le factura doble ya que las personas que estuvimos dispuestos a aceptar la persona como es al final terminamos alejándonos de la suciedad que generan los castillos llenos de lodo y arena.
