Hoy me vienen a llamar de la muerte, justo ahora que termina la hora de los muertos, se ha asomado a mi puerta con su figura perfecta y me ha llamado por mi nombre. Se ha acomodado las gafas y me invita a seguirla dejando todo atras, dejando el computador encendido y la familia dormida, el cigarro a medio fumar y la madrugada sin dormir.
De pronto me resisto y trato de irme a la cama, de esconderme bajo las cobijas como cuando niño, de refugiarme en los brazos de la amada que duerme sin sospechar este destino de adioses permanentes y desconsiderados espíritus de la muerte.
Ha venido pidiendo permiso para entrar; y aún así inesperada, en mal momento, el fin de semana planeado que no será y la comida planeada de mañana sin hacer, la cita del lunes, las finanzas en acomodo, la descarga sin escuchar, el cuento sin escribir.
Hoy ha venido laa muerte a llamarme al sielencio, dejando el cuerpo tirado sobre el computador a medio adelgazar, a medio dejar de fumar, a medio padre y medio amarte, mientras duermes, justo cuando lo demás es silencio y apenas, dios me medio salva, y alguién tenía que decirlo.
Los ojos muy rojos en el espejo, la vida que se va ajena, las uñas comidas y la vejiga sin vaciar, el niño que llama a su madre a encontrarme, la madrugada sin acabar; hoy la muerte me ha llamado al olvido y me resisto a despertar en el mar donde duermes a mi lado, tan lejos de acá, mientras los gallos todavía no cantan, espectantes de la muerte.
Los ojos muy rojos en el espejo, la vida que se va ajena, las uñas comidas y la vejiga sin vaciar, el niño que llama a su madre a encontrarme, la madrugada sin acabar; hoy la muerte me ha llamado al olvido y me resisto a despertar en el mar donde duermes a mi lado, tan lejos de acá, mientras los gallos todavía no cantan, espectantes de la muerte.