Una pequeña historia. Creo que muchos nos podemos ver identificados jeje.
Hola soy Sebastian, Sebastian Cashback, y soy una tarjeta de crédito. O al menos así me dicen.

No he conodido mucho a mis padres. Sólo sé que mi madre es una máquina que pasa tooodo el día trabajando sin parar y casi no tuve tiempo para conocerla mientras estuve en la fábrica. Por otro lado mi padre es muy importante, muchas personas trabajan para él, además muchos lo buscan cuando necesitan algún favor. Mi papá es muy bueno porque a todos siempre, o casi siempre, le resuelve su necesidad, sin antes claro, pedirle algún otro favorcillo a cambio. Al parecer en muchos lugares es conocido y lo aprecian, porque hasta lo llaman por sobrenombres bonitos y lo mencionan en mis primos los billetes! Él se llama don Banco, pero en algunos lugares lo conocen como central, o de la república, o cosas así.
Pero la mayoría de mi vida he vivido más bien con mi dueño, o más bien "tarjeta habiente" como dice en mi acta de nacimiento. Él se llama Carlos.
A veces me confunden con una chavala llamada cédula, o un tal carnet de socio, pero eso no me molesta. Lo que realmente me molesta es cuando me confunden con una de esas tarjetas de débito. A mí personalmente me caen mal porque cuando yo llegué a vivir acá, sólo a ellas las llevaban a pasear y a mí me dejaban guardado en la casa. Pero a Carlos hace un tiempo le dejaron también de caer bien, porque parece que últimamente para nada le sirven. Ahora soy yo a quien siempre porta, y a ellas las ha dejado por allá, guardadas en un cajón.

Y es que de música yo no conozco mucho. A veces Carlos bromea y dice que él me dio mi nombre Sebastián. Hizo un juego raro de palabras, y como mi apellido es Cashback, llegó a la conclusión que si me llamaba Sebastián Cashback, me llamaría parecido a otro de sus artistas favoritos, Johann Sebastian Bach.
Y es que últimamente lo he escuchado diciendo que en algo nos parecemos ese tal Bach y yo. Algo ha dicho que ese señor mediante su música sacaba de sí sus, temores, sus demonios, pero yo, mediante unos tales intereses, he empezado más bien a llamar a los demonios según él. No sé si seran los mismos.
Porque es que todos los días lo llaman esos demonios. Por teléfono claro, en esos tiempos de Bach talvez le mandaban pergaminos.
Últimamente Carlos no sale de la casa, y mucho menos me ha llevado a ningún lugar como lo hacía antes. Las última ocasiones que salimos, fueron idas al supermercado de la esquina a comprar cigarros, porque Carlos ahora fuma como nunca antes.
De hecho no hemos vuelto a pasear en su automóvil porque al parecer tuvo que venderlo.
De un tiempo para acá Carlos dejó de contestar el teléfono porque los demonios no lo dejaban en paz, eso hasta que un día no pagó más el teléfono y nadie ya lo pudo llamar.
Un día de estos a Carlos le llegó una carta, al parecer también de esos demonios, hasta le escriben esos condenados. Temo que sí los he hecho aparecer.
Luego de vivir tanto rato en el cajón, he empezado a congeniar con mis antes enemigas, las tarjetas de débito, y me han dicho que las de crédito, como yo, no vivimos mucho. Dicen que Carlos tuvo otra hace algún tiempo, y que una tarde de desesperación y llamadas telefónicas la partió a la mitad con una tijera.
Todos estos acontecimientos me han hecho reflexionar sobre mi vida, tan corta según parece. He visto esa tijera sobre la mesa, pero hoy no veo más que un papel extraño. No sé qué pasará, pero Carlos hace días he notado a Carlos distinto, y parece que ese tal documentillo se llama "pasaporte".
Habrá que ver para qué sirve ese papelillo, pero para mientras no me queda más que esperar que me asignen otro dueño a ver si me cambia de nombre, porque Carlos ya hace días no aparece por acá. Creo que se lo llevaron esos bichos.
mientras puedan xD