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Desde mi ventana: Dejando huella...

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Los sueños son el motor que alimenta nuestra alma, la pasión el combustible, y la vida el camino que nos lleva hasta ellos. Todos tenemos sueños. Grandes o pequeños, estos vienen y van durante toda nuestra vida. La forma en que los miremos -con admiración o desprecio- dependerá mucho de cuantas veces hayamos caído en el camino, y la forma en que nos hemos recuperado de cada golpe que la vida nos ha proporcionado en la búsqueda de nuestro destino.

Por lo general, la época dorada de nuestros sueños transcurre en nuestros años de infancia, cuando estamos menos sensibles a las dificultades y percepciones que el mundo nos ofrece. Sin embargo estos tambalean durante nuestra adolescencia y aprendemos que hacerlos públicos -y fracasar- es una de las señales de mayor estupidez que podemos encontrarnos en nuestra vida; por lo que empezamos a guardarlos en secreto, e incluso a renunciar a ellos. Es ahí cuando nuestra vida comienza a tomar un rumbo muy distinto y las preguntas existenciales llenan nuestro camino.

¿Quien soy? ¿Porque hago esto? ¿Hacia donde voy? ¿Es esto lo que realmente quiero para mi vida? Dudas y temores aparecen en el camino y las respuestas que nosotros considerábamos claras y concisas comienzan con los años a perder sentido. ¿Para que estudio tanto? ¿Vale la pena matarse trabajando? ¿Existe algo mejor de lo que tengo? Preguntas sin respuesta que muchos cargan en sus adentros sin saber porque, pero que poco a poco van mermando nuestra confianza hasta que tarde o temprano en medio de la soledad de noche, cuando nadie más nos ve suspiramos por los años que no volverán "Daría lo que sea por volver en el tiempo y ver donde tome la curva equivocada".

Y es que no existe sensación más horrible que enfrentar al final de nuestras vidas y lamentar la forma en que desperdiciamos nuestro tiempo en la tierra. Yo por ejemplo lo viví una vez. Con una 9mm en nuestra cabeza, suplicamos a la vida por una segunda oportunidad de remediar todo lo que habíamos hecho en el pasado. En lo personal, me avergüenza reconocer que tuve que llegar a ese instante en que mi vida pendió de un hilo, para entender que la vida es un llama ardiendo que en cualquier momento puede apagarse por una ventana que alguien dejo abierta.

Por eso siempre he creído que en la vida es mejor pecar de grandioso, que quedarse corto. Todos tenemos la capacidad de apuntar a algo, si descubrimos que es, podremos encarar nuestro destino. Sin embargo, una visión sin acción es solo un simple sueño. Muchas veces gastamos gran parte de nuestro tiempo planificando, en vez de estar ejecutando. A mi me pasa a menudo. Sin embargo he aprendido que nadie hará nada por nosotros. Que debemos ser artífices de nuestros propios sueños, y luchar por ellos. Lo que marca la diferencia entre las personas que alcanzan las metas en sus vidas y quienes se quedan en puros intentos, esta en su deseo de dejar huella.

A través de la historia de la humanidad, las personas que han sobrevivido a grandes catástrofes en sus vidas, no importa la condición en que se encuentren o el status social al que pertenezcan tienen un factor en común: la certeza de algo importante en su futuro. Desde gente perdida en el desierto, hasta soldados heridos en el campo de batalla. Todos y cada uno de ellos tenían la convicción de que aún quedaban cosas pendientes en su lista antes de partir. Es por eso que creo que una misión positiva da sentido a nuestra vida.

Cuando un compromiso mayor a nuestras metas dirige nuestro destino, nuestra vida adquiere un sentido diferente. Es la convicción de que algo importante esta en camino, y que debemos luchar por ello. Como el naufrago que resiste en alta mar porque tiene una familia que ver crecer, la madre que esta trayendo al mundo un hijo, o los mineros chilenos que se aferraron a volver ver la luz de la superficie, nuestra vida necesita ese picante extra para dejar de sobrevivir y empezar a vivir por eso que una vez soñamos desde niños.

En lo personal, viendo en retrospectiva este año -lo bueno y lo mano- creo hoy más que nunca siento como si caminará con un propósito establecido, donde algo más grande que la propia vida dirige mi camino, y como si todas las cosas pasadas fueron parte una elaborada preparación para este momento y este acontecimiento. Y es ahí donde me pregunto, si todo lo que hemos pasado hasta ahora nos prepara para el tiempo que vivimos, ¿a donde nos llevan las experiencias que estamos viviendo en este momento?

Se las dejo picando...
Si en la vida se aplica la ley de la siembra y la cosecha.
¿Que estamos sembrando hoy para cosechar en el futuro?
¿Cuál es la huella que estamos dejando en el camino?
Será un placer leer sus comentarios...

pd. Gracias a todos los que han compartido nuestra novela en estos días. Hemos recibido sus criticas y comentarios y la verdad estoy impresionado y alegre de que que les haya gustado tanto. A los chicos del ChouTv que nos dedicaron un espacio en su programa, los compañeros de Web del Hombre que han compartido un articulo en su web, y todos los que han descargado este pequeño material para leerlo y compartirlo, de corazón: Gracias!!

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