La "guerra contra las drogas" es muy lucrativa y necesaria para ambos bandos (partiendo del supuesto de que existe más de un bando) y deja generosas pérdidas para los pueblos que ponen la necesaria cuota de sangre que conlleva todo conflicto de bombas y balazos.
Las naciones tercermundistas siguen prestando su territorio para que las naciones poderosas desplieguen sus capacidades bélicas sin tener que llorar víctimas civiles propias, para eso estamos nosotros. Mientras tanto nos endulzan con el espejismo de burros con mala suerte y narcoavionetas estrelladas. Arrestos y condenas que no producen ningún tipo de grieta en las estructuras del negocio de la droga ya que los verdaderos capos nunca caen. En este ajedrez solo pierden los peones mientras las autoridades gritan "jaque!" como si estuvieran haciendo algo.
En 100 años esta guerra no existirá. Será recordada con los mismos ojos que hoy vemos los crímenes de la Santa Inquisición, como una ironía histórica de la Guerra del Opio, como la incapacidad de aprender alguna lección de La Prohición... y tal vez como el negocio de muy pocos patrocinado con la sangre de millones.
Mientras tanto seguiremos de testigos inmóviles ante los miles de intentos de arreglar un problema con una estrategia que no genera resultados esperando algún día un triunfo por arte de magia o excepción a la regla.
